domingo, 3 de abril de 2011

La ventana



-Anda, ven aquí…-y la ciñe por la cintura acercándola a su pelvis-
-Para quieto, veenga, ¡espera!, ¡que corro las cortinas!- él, sin soltarla, le desabrocha la camisa y le toca los pechos, apretándoselos – Quieeto, vaa, ¡Nos van a ver…! -se retuerce intentando liberarse de sus manos, sin atreverse a echarlo, implorando que la suelte, sin exigirlo. Javier no la deja ir. La empuja con su cuerpo, le aprieta carne con sus inquietas manos y la  lleva hasta el sofá. Carga su peso sobre ella mientras  le abre las piernas y se desabrocha el pantalón. Elisa, por mantener la tregua, se deja penetrar a plena luz del día.

Se levanta mareada, cree ver una sombra en la ventana de enfrente. Clava su mirada en ella. Allí está. ¡Dios! ¡Nos ha visto! piensa, y le inunda tal vergüenza que es incapaz de decirle nada a Javier. La cabeza se mueve rápidamente y desaparece Él también sabe que le he visto -piensa- Seguro que no  volverá a mirar.

Pero algo ha sacudido a  Elisa. Ha surgido de la nada una puerta que la lleva hacia ella misma. Cualquier gesto que hace en su habitación lo hace para él. Se despierta por las mañanas y se regala su propia imagen desnuda por la habitación.  Le encanta sobrevolar la escena: ella vistiéndose despacio, él desnudo, de pie, masturbándose mientras la observa, o extendiendo su mano y jugando a repasar su silueta con la punta de su índice mientras la sangre pugna por salírsele del cuerpo. Por las noches le fascina saber que si enciende la luz él la verá. Tiene tantos deseos de volverlo loco, como se está volviendo ella,  que cada noche acaba despertando a Javier por debajo de las sábanas para montarlo medio dormido, mientras ella, con el torso desnudo, alarga un brazo hacia la lámpara de la mesita de noche y se entrega a su voayeur.
 

Ya no quiere cerrar las cortinas cuando Javier la aborda en el comedor, y él se siente el macho ganador, el cazador que regresa con la pieza más grande. No hay persianas forzosamente cerradas, no hay posturas que ella considere denigrantes, no existe el NO. Por primera vez,  todo vale.


Están en el salón. No ha llegado al sofá con la bebida cuando ella se le acerca y da un sorbo a su cerveza. Le devuelve la botella mirándole a los ojos y, sin dejar de hacerlo, se agacha. Él la ve, mirándolo desafiante. La imagen es tan devastadora que necesita echar la cabeza hacia atrás. ¡Joder! Jamás hubiese creído que... si ella nunca…alarga la mano y le acaricia el pelo en agradecimiento…jamás… ¡Cuánto tiempo esperando esto! ¡Dios! Elisa, todavía desafiándolo, se limpia la boca con el dorso de la mano. Lo toma, lo lleva al sofá, lo monta. Grita. Fuerte. Más. Se exhibe, lo agrede en cada embestida, es furia. Busca avisarlo con su voz, que la escuche, que la oiga disfrutar…que se acerque a la ventana. Y lo intuye. Allí está él, seguro que esta ahí, disfrutándome, tocándose. Ella lo espera, y grita, grita cada vez más hasta que le ve aparecer en su horizonte. La excitación la inunda. Javier no se da cuenta, no sabe que le soy infiel,  piensa, no sabe que mi pulsión no me la provoca él, sino el otro. Se siente sucia.  La culpa entra en su vagina, llenándola,  acompañándola hasta dejarla alterada y envuelta en convulsiones.

-Que síii... ¡joder tío!, ¡que en nuestro matrimonio hay pasión! ¡Elisa tiene incluso más ganas que antes! No sé, se ha liberado, se siente más cómoda…
-Javier, no me lo creo. Lleváis seis años de casados, ¡es imposible que la pasión dure tanto!
-Tío, el secreto está en hablar- lo dice medio sonriendo, inocente, orgulloso- En hablar y hablar, que ella pueda liberarse, sentirse cómoda…y jamás decirle que no, aunque estés cansado, que ella nunca sienta que la rechazas. Elisa ahora me ataca en cualquier parte de la casa…y te juro que al principio no era así, era una puta monja: o estaba la luz apagada o…
-No fantasmees! –y se hecha a reír
-Mira, si no me crees…es tu problema. Pero yo de ti lo probaría…funciona.

El pequeño hombre la escucha gritar. ¡Ya están otra vez! Deja los platos a medio fregar y se dirige a la ventana nervioso, excitado, alterado al límite: con su pene totalmente en erección, dispuesto al juego. Se acerca a la ventana, allí están…ahora ella dejará que la desnude, ¡si! ¡Hoy lo van a en el sofá!... ¡llego tarde! ya la tiene dentro… ella ya se empieza a mover, se sacude de placer. Le encanta cuando él la mueve…se le marcan todos sus músculos…todo su cuerpo en tensión soportando el vaivén. Su culo, su pecho, su boca entreabierta buscando recibir más oxígeno. Abre su pantalón y empieza a tocarse, ella ya está gritando mucho,…le queda poco tiempo…mueve su mano cada vez más rápido, aceleradamente hasta que se derrama con el último grito y va al baño a lavarse las manos. Resopla. ¡Qué hombre más bello!, ¡lástima que le gusten las tías!

2 comentarios:

Hacksel dijo...

El final ha sido un ¡ZAS, en toda la boca! XDDDDD y q pedazo de obsesion desarrolla Elisa, aunk creo q podrias expresar mucho mejor la obsesion q la rodea, aun así me ha gustado el desarrollo de la paranoia de Elisa. Pobre Javier, dicen q la ignorancia es la felicidad, no ?

Anónimo dijo...

Bravo! :-) Z.